LA CONDICIÓN POSMODERNA. JEAN-FRANCOIS LYOTARD
El saber postmoderno no es
solamente el instrumento de los poderes. Hace más útil nuestra sensibilidad
ante las diferencias, y fortalece nuestra capacidad de soportar lo
inconmensurable. No encuentra su razón en la homología de los expertos, sino en
la paralogía de los inventores.
Se sabe que el saber se ha
convertido en los últimos decenios en la principal fuerza de producción, lo que
ya ha modificado notablemente la composición de las poblaciones activas de los
países más desarrollados, y que es lo que constituye el principal embudo para
los países en vías de desarrollo.
La transformación de la
naturaleza del saber puede, por tanto, tener sobre los poderes públicos
establecidos un efecto de reciprocidad tal que los obligue a reconsiderar sus
relaciones de hecho y de derecho con respecto a las grandes empresas y más en
general con la sociedad civil. La reapertura del mercado mundial, la
reanudación de una competencia económica muy viva, la desaparición de la
hegemonía exclusiva del capitalismo americano, el declive de la alternativa
socialista, la apertura probable del mercado chino al comercio, y bastantes
otros factores.
En lugar de ser difundidos en virtud de su valor «formativo» o de su importancia política (administrativa, diplomática, militar), puede imaginarse que los conocimientos sean puestos en circulación según las mismas redes que la moneda, y que la separación pertinente a ellos deje de ser saber/ignorancia para convertirse, como para la moneda en «conocimientos de pago / conocimientos de inversión», es decir conocimientos intercambiados en el marco del mantenimiento de la vida cotidiana (reconstitución de la fuerza de trabajo, «supervivencia»), versus créditos de conocimientos con vistas a optimizar las actuaciones de un programa.
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